Otra de las vías para ayudar al fibroblasto a producir colágeno son los tratamientos estéticos.
El arsenal terapéutico es amplísimo. “Cuando buscamos estimular al fibroblasto, recuperar la musculatura facial y mejorar la matriz extracelular, esto es, recuperar la elasticidad de la piel, los tratamientos se dividen en químicos, los peelings; térmicos, todos aquellos emisores de energía, como la radiofrecuencia o los ultrasonidos; y los inductores de colágeno, que pueden ser biológicos (factores de crecimiento, grasa y exosomas) y no biológicos (ácido hialurónico, hidroxiapatita cálcica, etc.)”.
El peeling químico consiste en aplicar sobre la superficie de la piel una serie de productos, normalmente ácidos, para conseguir una exfoliación que elimina las capas de células cutáneas más superficiales y estimula la producción de colágeno y elastina.
Los inductores de colágeno son compuestos como la hidroxiapatita cálcica o ácido poliláctico, o biológicos, como el tratamiento facial con plasma, que se infiltra en la piel.
“La estimulación del colágeno ocurre durante los meses tras el tratamiento de forma progresiva, consiguiendo que la piel se vea más sana, más tersa y de mayor calidad. Es un tratamiento muy demandado en pacientes mayores de 50 años porque la piel ya no genera colágeno naturalmente como ocurre en la juventud y los inductores de colágeno estimulan su producción”
Inductores de colágeno son también los hilos tensores. En este caso se trata de filamentos de grosor parecido al de un cabello, hechos de materiales biocompatibles y reabsorbibles.
“La piel reacciona suavemente a los nuevos componentes incorporados a las estructuras de la piel y se induce una reacción inflamatoria, lo que resulta en la formación de colágeno alrededor de cada hilo insertado. El proceso de curación fortalece la piel y se ve reforzado por el aumento del flujo sanguíneo a la dermis»
¿Cuál elegir?
Ante todas las opciones de protocolos estéticos, ¿cómo saber cuál es el más indicado y, sobre todo, efectivo? No hay una respuesta general. Lo primero es realizar un diagnóstico clínico para decidir indicación, tratamiento y objetivo, porque son varios los factores que influyen en los resultados.
En el diagnóstico clínico debe tenerse en cuenta igualmente el estado en el que se encuentra la piel, que vienen dado por el estilo de vida, enfermedades y el uso de ciertos medicamentos, así como tratamientos médico estéticos realizados previamente.
En muchos casos el especialista aconseja una combinación de tratamientos para inducir un mayor estímulo de colágeno.